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2. La fidelidad de Dios

El pueblo vio una gran luz

Hoy resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio de nuestra salvación, pues al revestirse el Hijo de nuestra frágil condición nos hizo partícipes de su eternidad.

Textos citados y comentados

  • ¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que el Señor es un Dios eterno, que no se cansa ni se fatiga. Que al cansado da vigor y al que no tiene fuerzas la energía  le acrecienta. Los jóvenes se cansan, se fatigan; los valientes tropiezan y caen. Pero a los que esperan en el Señor, él les renovará las fuerzas; correrán sin fatigarse, andarán sin cansarse (Is 40,28-31).
  • Hoy resplandece ante el mundo el maravilloso intercambio de nuestra salvación, pues al revestirse el Hijo de nuestra frágil condición nos hizo partícipes de su eternidad (Prefacio de Navidad III).
  • Escuchen, ustedes los sobrevivientes de Israel, que han sido llevados desde el vientre materno: Hasta vuestra vejez, yo seré el mismo; hasta que se les vuelva el pelo blanco, yo los llevaré (cargaré). Ya lo tengo hecho, yo me encargaré. Yo me encargo de ello, yo los salvaré (Is 46,2-4).
  • Tal como lo he dicho, así se cumplirá; como lo he planeado, así lo haré. Escúchenme, ustedes, que han perdido el corazón, que están alejados: mi salvación no tardará (Isaías 46,11-13).
  • Dijo Dios a Moisés: Ya han visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a ustedes los he llevado sobre alas de águila y los he traído hasta mi (Ex 19,3-4).
  • Y fue Él su Salvador en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él mismo en persona los liberó. Por su amor y su compasión él los rescató; los levantó y los llevó todos los días desde siempre (Is 63,9).
  • La fidelidad de Dios es el amor de Dios perdurado en el tiempo, es la permanencia del amor, la duración del amor en el día a día. El envío de la luz es una muestra más de la fidelidad de Dios. Dios viene con su luz para volver a iluminar al hombre que caminaba en tinieblas.
  • El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz… una luz les brilló (Isaías 9).
  • La primera palabra que pronuncia Dios es la luz. La primera vez que Dios habla en la Biblia dice: Luz, como que al hablar le sale lo que él mismo es: Luz.
  • En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo. Y dijo Dios: haya luz. Y la luz existió (Gn1).
  • Las tinieblas y la oscuridad aparecen con el pecado de Adán:

    Adán y Eva oyeron los pasos de Dios que paseaba por el jardín a la hora de la brisa y se ocultaron de la vista de Dios (Gn 3)
    Adán, ¿dónde estás? Te oí andar por el jardín y tuve miedo; por eso me escondí (Gn 3).

    También Caín, después de matar a su hermano, entra en las tinieblas:
    Señor, mi culpa es demasiado grande para soportarla….. He de esconderme de tu presencia (Gn 4).

  • Arriba, Jerusalén, resplandece, que ha llegado tu luz, y la gloria de Dios amaneció sobre ti. Mira cómo la oscuridad cubre la tierra (Is 60,1-2).
  • Señor, despierta tu poder y ven a salvarnos; restáuranos, que brille tu rostro y nos salve (sal 79,4).
  • Que el Señor te bendiga y te guarde; ilumine su rostro sobre ti y te muestre su gracia; que el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz (Num 6,22-26).
  • Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta….. Felipe, el que me ha visto, ha visto al Padre (Jn 14,9).
  • ¿Qué significa querer ver el rostro de Dios? Este grito de querer ver el rostro de Dios nos dice que Dios tiene un rostro, que es un tú que puede entrar en relación con el hombre, que no está encerrado en su Cielo para mirar desde lo alto a la humanidad. Sin duda, Dios está por encima de todo, pero se dirige hacia nosotros, nos escucha, nos ve, nos habla, es capaz de amar. La historia de la salvación es la historia de Dios con la humanidad, es la historia de esta relación de Dios que se revela progresivamente al hombre, que se da a conocer a sí mismo, que da a conocer su rostro (Benedicto XVI).
  • El esplendor del rostro divino es la fuente de la vida, es aquello que nos permite ver la realidad; la luz de su rostro es la guía de la vida (Benedicto XVI).
  • Señor, por favor, déjame ver tu rostro. Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad, pero mi rostro no podrás verlo porque nadie puede verme y seguir con vida. Verás mis espaldas, pero mi rostro no lo verás (Ex 33,18-23).
  • Estas palabras “tu solo puedes ver mis espaldas” quieren decir: Tú solamente puedes seguir a Jesucristo y siguiéndolo podrás ver por detrás de su espalda el misterio de Dios. A Dios lo vemos en la medida en que lo seguimos, en que caminamos tras sus espaldas.  Este grito de Moisés, Dios lo cumplió en navidad. Dios se encarnó para que el hombre pudiera ver su rostro (Benedicto XVI).
  • La eucaristía es la gran escuela en la que aprendemos a ver el rostro de Dios (Benedicto XVI).
  • A lo largo del camino de la historia, la luz que disipa la oscuridad nos revela que Dios es Padre y que su paciente fidelidad es más fuerte que las tinieblas y que la corrupción. En esto consiste el anuncio de la noche de Navidad. Dios no conoce los arrebatos de ira y la impaciencia; está siempre ahí, como el padre de la parábola del hijo pródigo, esperando de ver a lo lejos el retorno del hijo perdido (Papa Francisco, misa de nochebuena, 2014).
  • En esta noche santa contemplemos el pesebre: allí «el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande». La vio la gente sencilla, dispuesta a acoger el don de Dios. En cambio, no la vieron los arrogantes, los soberbios, los que establecen las leyes según sus propios criterios personales, los que adoptan actitudes de cerrazón. Miremos al misterio y recemos, pidiendo a la Virgen Madre: «María, muéstranos a Jesús». (Papa Francisco, misa de nochebuena, 2014).
  • “Señor, en ti está la fuente de la vida. Tú luz nos hace ver la luz”. El mismo que te ilumina para que veas es tu manantial para que bebas (San Agustín, Tratado sobre el evangelio de San Juan, 34,5).

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