Vida de oración

El principal aporte que las monjas hacen al mundo es la oración: allí asumen las intenciones y necesidades de todos los hombres. Ellas quieren ser la voz de los que no tienen voz, quieren ofrecer al mundo el humilde servicio de su intercesión. Intercesión que suba ininterrumpidamente hasta el cielo como un canto de alabanza.

Por eso las monjas se reúnen siete veces al día para alabar al Señor celebrando los misterios de Cristo, haciendo suya la oración de alabanza de toda la Iglesia, llamada por San Benito “la Obra de Dios”.

Es “Obra de Dios” porque Dios obra, actúa especialmente, con su gracia, cumpliendo y realizando en el corazón de quienes oran y en el de todos los hombres asumidos en esa oración, la misma Palabra que es cantada y proclamada. Y es también la obra por excelencia, el principal trabajo, al que la Comunidad monástica nada debe anteponer.

De aquí nace en ella la convicción de la fecundidad de su oración y su alabanza, a través de la cual el mismo Dios engendra la palabra y la fuerza evangelizadora que los sacerdotes, los misioneros, los catequistas, deberán pronunciar a lo largo del día, como María que desde su silencio y ocultamiento engendró la Palabra que trajo la salvación y la alegría al mundo entero.

Horarios habituales

5:15 Vigilias (1 hora)
7:35 Laudes (30 min)
8:15 Tercia (domingos: 8:45) (15 minutos)
8:30 Misa (domingos: 9)
12:30 Sexta (15 minutos)
15:45 Nona (15 minutos)
18:25 Vísperas (30 minutos)
20:15 Completas (15 minutos)

Explicación de las Horas del Oficio Divino

“Darse frecuentemente a la oración.” (RB 4,56)