XXVIII Domingo del Tiempo Durante el Año – Ciclo C
MISERICORDIA, palabra latina cuyo significado etimológico es “miseris cor dare”, “dar el corazón a los míseros”, a los que tienen necesidad, a los que sufren.
Es lo que ha hecho Jesús: ha abierto de par en par su Corazón a la miseria del hombre. El Evangelio es rico en episodios que presentan la misericordia de Jesús, la gratuidad de su amor a los que sufren y a los débiles.
A través de los relatos evangélicos podemos captar la cercanía, la bondad, la ternura con que Jesús se acercaba a las personas que sufrían y las consolaba, las aliviaba y, a menudo, las curaba.
FRANCISCO
Oración Colecta: Dios todopoderoso, que tu gracia siempre nos preceda y acompañe y nos ayude en la práctica constante de las buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Del segundo libro de los Reyes 5,10. 14-17
El profeta Eliseo mandó un mensajero para que dijera a Naamán, el leproso: “Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio”. Naamán bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: “Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor”. Pero Eliseo replicó: “Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada”. Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó. Naamán dijo entonces: “De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor”.
Salmo responsorial: Sal 97,1-4
El Señor revela a las naciones su justicia
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad a favor de la casa de Israel. R/
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. R/
De la segunda carta a Timoteo 2,8-13
Querido hijo: Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Ésta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna. Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con Él, viviremos con Él. Si somos constantes, reinaremos con Él. Si renegamos de Él, Él también renegará de nosotros. Si somos infieles, Él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
Evangelio según san Lucas 17,11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!” Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: “¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?” Y agregó: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.
Los diez leprosos del Evangelio curados por Jesús: salen a su encuentro, se detienen a lo lejos y le dicen a gritos: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. Están enfermos, necesitados de amor y de fuerza, y buscan a alguien que los cure. Y Jesús responde liberándolos a todos de su enfermedad. Llama la atención, sin embargo, que solamente uno regrese alabando a Dios a grandes gritos y dando gracias. Jesús mismo lo indica: diez han dado gritos para alcanzar la curación y uno solo ha vuelto a dar gracias a Dios a gritos y reconocer que en él está nuestra fuerza. Saber agradecer, saber alabar al Señor por lo que hace por nosotros. Todo es don suyo; Si podemos entender que todo es don de Dios, ¡cuánta felicidad habrá en nuestro corazón! Él es nuestra fuerza. Decir gracias es tan fácil, y sin embargo tan difícil. ¿Cuántas veces nos decimos gracias en la familia? Es una de las palabras clave de la convivencia. “Por favor”, “perdona”, “gracias”: si en una familia se dicen estas tres palabras, la familia va adelante. ¿Cuántas veces decimos “gracias” en la familia? Muchas veces damos todo por descontado. Y así hacemos también con Dios. Es fácil ir al Señor a pedirle algo, pero ir a darle gracias… ¡Ah!, no se me ocurre.
FRANCISCO – 13 de octubre de 2013