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Audiencia General sobre las vacaciones 1

La voz del silencio

Por Pablo VI

 

Deseamos a todos que sus vacaciones lo sean de verdad, para el descanso, para la distracción, para una recuperación de fuerzas y de serenidad. Pero nos interesa especialmente un segundo estado de ánimo: el de aprovechar ansiosamente la relativa libertad, que el tiempo de despreocupación de los deberes normales nos concede, para una “toma de conciencia” sobre la propia vida y para una eventual reordenación de nuestras ideas y de nuestras obligaciones.

Nos parece que no vamos contra la corriente sicológica de las personas inteligentes, las cuales se plantean, especialmente si son jóvenes, el problema de la autodirección del propio modo de vivir. Más aún, les invitamos a concederse algún día, alguna hora al menos, de meditación, algún momento de revisión y programación de la propia existencia.

Este acto de concentración, para quien posee la suerte de tener fe, lleva fácilmente a la oración interior, a escuchar una voz, no del todo desconocida para cada uno de nosotros los cristianos, aunque casi siempre reprimida y ofuscada; no es una voz imperante, sino una voz que llama: “Ven y sígueme” (Lc 5, 2-7). Es decir, se trata del pronunciamiento de una exigencia, que puede tener diferentes grados y, más todavía, diversos modos de ser seguida; pero, de todas formas, es una voz que parece trazar, en el tiempo de nuestra vida, un camino recto y audaz: el de una auténtica vida cristiana.

 

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