Abadías de S. Benito y de Sta. Escolástica
La comunidad de San Benito en Belgrano, fundada en 1915, acogió con inmensa alegría a la comunidad de Santa Escolástica que sería la primera comunidad de monjas benedictinas en implantarse en la Argentina. No sólo en la persona de su Prior y luego Abad, el Padre Andrés Azcárate, sino en la de todos los miembros de dicha comunidad: Manuel Mahave, Fermín Melchor, Lorenzo Molinero, Bruno Ávila, Gregorio Arroyo, Eleuterio González, entre otros.
El 16 de septiembre de 1941 fue el mismo Padre Andrés Azcárate, a quien podemos considerar el fundador de la Abadía de Santa Escolástica, quien esperó a las monjas que llegaban desde el Brasil. Luego las acompañó a la Nunciatura donde las presentó a Su Eminencia Monseñor José Fietta, como hijas de San Benito, que acababan de llegar a Buenos Aires para fundar el primer Monasterio de Monjas Benedictinas en la Argentina y en la América Española, y vivir, fieles a la Regla y el espíritu del santo patriarca las grandes y antiguas tradiciones monásticas.
Narran las Crónicas de la Abadía:
Luego partimos hacia el Priorato de “San Benito”, donde se nos aguardaba para las Vísperas a las cinco horas. Una muchedumbre aglomerada en las calles y en el atrio nos recibió calurosamente. Bajo frenéticos aplausos entramos en la hermosa Capilla que estaba llenísima. Ocupamos dos bancos delante del presbiterio, e inmediatamente comenzaron las Vísperas.
Vísperas feriales en ese martes 16 de septiembre con conmemoración de Santa Hildegardis. El Rmo. P. Prior ofició solemnemente. “Es bueno cantar y salmodiar para tu nombre, oh Altísimo…”. Cantamos a dos coros: los Monjes formaban el primero; los feligreses y nosotras el segundo. Siguió la Bendición del Santísimo. Después del “O salutaris hostia”, entonamos el “O caelestis norma vitae” y el “Emicat meridies” en honor de Santa Escolástica. Una muy cordial recepción de parte de los monjes, una corta visita a las nuevas construcciones del Monasterio, un refresco en el locutorio del Priorato, que los Hermanos Legos nos sirvieron con fraternal afabilidad, y por última vez nos instalamos en los autos con rumbo a “Santa Escolástica”.
El 17 el mismo Padre Andrés fue quien celebró la primera Eucaristía. El Padre Bruno Ávila pronunció la homilía en la cual dirigió estas palabras a las monjas:
“Ya estáis aquí. Hoy es día de pocas palabras. Día de luna de miel, de dulce encuentro, tras los días de espera, tras la ausencia que se nos antojó larga. Es día, sobre todo, de alabanzas, de himnos de gratitud a Dios Nuestro Señor y a su Madre la Virgen María por tanta gracia y el regalado don hecho a Buenos Aires y a la Argentina toda con vuestra venida a este Monasterio. Para vosotras inundadas de recuerdos íntimos y calladas emociones, pocas palabras en estos momentos solemnes; nada más que éstas, que brotan espontáneas a flor de labio de lo íntimo del alma de los presentes y que traslucen muy hondo cariño: Bienvenida seáis.”
Pocos días después el mismo Padre Andrés da su primera conferencia a la comunidad perfilando magistralmente el programa de vida de una fundación y desarrollando el capítulo 72 de la Santa Regla. Dicen los Anales:
22 de septiembre de 1941: Hoy, gracias a Dios, podemos empezar nuestra vida regular. Para iniciarla el Rmo. Padre Prior nos da una bellísima conferencia sobre el capítulo 72 de la santa Regla. Al terminar la conferencia nos dijo que el mejor modo de manifestar nuestra gratitud era no sólo rezando por sus intenciones sino realizando en nuestra vida este capítulo según la explicación por él dada.
La presencia del P. Prior D. Andrés Azcárate, en Santa Escolástica, así como la de los monjes de la comunidad de San Benito fue fiel y constante. Celebraciones litúrgicas, Eucaristías, confesiones, clases y cursos, retiros, ceremonias y ayudas de todo tipo, con preocupación y caridad paternal, con solicitud incansable y extrema generosidad. En los primeros tiempos no había día ni fiesta de la Abadía de Santa Escolástica en la que el Prior o un monje de San Benito no se hiciera presente.
La fiesta de Santa Escolástica era verdaderamente un día de la más íntima hermandad espiritual entre los dos Monasterios bonaerenses. Transcribimos, a modo de ejemplo, un pasaje de las Crónicas:
Cantamos ese día la Misa ‘como en el Cielo’, es decir, a dos coros con los monjes de San Benito. Era una delicia la unión de las voces graves de los Padres con las más suaves de las monjas, y sin querer pensábamos que así debió ser la entrevista de San Benito y Santa Escolástica, de la cual nos dice San Gregorio que pasaron el día en la alabanza. Parece que al confundirse nuestras voces, también nuestros corazones se unen en un solo deseo de vida siempre más perfecta.
La comunidad de Santa Escolástica, entre otras e innumerables cosas, debe a la comunidad de San Benito el celo por la alabanza divina, la pasión por lo benedictino y el amor a la tradición y a la Santa Iglesia. Este es el sello indeleble con el cual la comunidad de San Benito marcó a su comunidad hermana, la cual le guarda un reconocimiento eterno.
Mucho más podría decirse de la relación fraterna entre ambos monasterios bonaerenses, no sólo del pasado sino también del presente. Pero para no extendernos nos limitaremos a recordar que, en los primeros años, ambas comunidades escribían juntas sus saludos navideños, a modo de conclusión damos a conocer algunos de ellos.