manos-levantadas






Sacrificio de alabanza

“Oremos hermanos para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios Padre todopoderoso…”

Estamos a las puertas del corazón de la celebración de la Eucaristía que es la plegaria eucarística. En la Edad Media antes de entrar este “santo de los santos” se pedían oraciones de intercesión teniendo en cuenta que el sacerdote era indigno para ofrecer el sacrificio.

La oración que pronuncia hoy el sacerdote nos hace tomar conciencia que este sacrificio de la Misa es ofrecido por todos: “mío y de ustedes” y que tenemos que pedir que sea agradable a Dios.

La asamblea respondiendo al pedido de oración del sacerdote pide la intercesión del Señor: “El Señor reciba de tus manos, este sacrificio para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia”. El sacrificio es de toda la asamblea (del sacerdote que posee un sacerdocio ministerial y de los fieles que poseen un sacerdocio bautismal) pero los fieles piden a Dios que lo reciba de manos del sacerdote. Y se pone de pie.

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