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5. Invitados al Banquete: Tomad y comed

LA BELLEZA DE CONTEMPLAR, AMAR Y SEGUIR A CRISTO

APRENDIENDO A REZAR CON LAS PALABRAS DE LA LITURGIA

La Eucaristía, el misterio central de nuestra fe

QUINTA CHARLA

Invitados al Banquete:
Tomad y comed

 

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Dirige esta oración del Padrenuestro impidiendo que la asamblea la pronuncie apresuradamente, por partes. Sostenla con tu voz y aminorando el ritmo, si es necesario, de manera que los fieles aprendan a hacer coincidir el espíritu con la voz.

Mantén los ojos cerrados o dirige tu mirada hacia el cielo, evita mirar a la asamblea y, más aún, evita fijar tus ojos en una persona en particular. Todos deben mirar hacia arriba, tal vez hasta teniendo las manos hacia lo alto porque la postura del cuerpo y los gestos también deben expresar nuestra fe.

Enzo Bianchi

 

Es una tradición propia de la Iglesia romana que prevé que después del Padre Nuestro y de la invocación de la unidad y de la paz para la Iglesia, por medio de una oración dirigida a Cristo, tenga lugar el intercambio de la paz entre los fieles, el “beso santo”, el abrazo entre los invitados al banquete divino. San Agustín lo atestigua: “Después de haber recitado la oración del Señor decimos: ‘la paz esté con ustedes’, y los cristianos se dan un beso santo”. Como bien sabes, en otras liturgias occidentales y orientales, este signo se sitúa antes de la presentación de los dones. Pero el momento elegido para el intercambio de la paz expresa precisamente el hecho de que, en la liturgia romana, esta acción no constituye un gesto de amistad o de reconciliación, sino la participación en la paz que sólo Cristo puede dar, y por eso la paz que mana de Cristo presente en el altar.

Enzo Bianchi

 

Cuando comienzas a proclamar que el pan que está sobre el altar es el cuerpo del Cordero de Dios y lo partes, no olvides que “la fracción del pan” es el nombre dado a la Eucaristía por los primeros cristianos. Pártelo de tal manera que la asamblea vea tu gesto, pártelo con arte y solemnidad para que esta acción sea como un relato de la vida entregada por Jesús, de su cuerpo quebrado por nosotros: no se trata de una operación funcional, sino más bien de una narración en imágenes, de un gesto que exprese el sacrificio de Cristo en la cruz, una vida desgarrada y gastada por amor al Padre y a nosotros, los hombres, una vida en la que Jesús ha amado a los suyos “hasta el fin”, hasta el extremo.

Enzo Bianchi

 

Por la actitud corporal, gestos, vestidos, se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en el que Cristo se hace nuestro huésped.

Catecismo de la Iglesia Católica 1387

 

La Iglesia se alimenta de la exuberante riqueza del Cuerpo del Señor, es decir de la Eucaristía.

Tertuliano

 

Pensemos en estos manjares, en el amor de Cristo por nosotros. Como las madres convierten los alimentos sólidos y sustanciosos que sumergen en leche para que puedan tomarlo los niños, así el Espíritu Santo operando por medio de su fuerza hace del solidísimo alimento de la Divinidad un manjar asimilable.

Félix Arocena

 

Cada comunión deposita en nosotros una semilla de eternidad que en su día dará fruto de vida. En la fe es también un adelante y una garantía de la gloria futura.

Félix Arocena

 

Cuando te acerques a comulgar, avanza no con las manos extendidas ni con los dedos separados, sino haz de la mano izquierda un trono para la mano derecha, porque esta tiene que recibir al REY, y recibe el Cuerpo de Cristo en la palma de la mano diciendo: Amén.

San Cirilo de Jerusalén.

 

Respondéis Amen a lo que ya sois y esta respuesta es vuestra ratificación. Sed lo que veis y recibid lo que sois.

San Ambrosio

 

¡Qué maravilloso metabolismo: devenimos aquello que comemos, devenimos el cuerpo del Señor! La koinonía, la comunión que estamos llamados a vivir se realiza en la participación del pan y del vino eucarísticos. Es la communio sanctorum, la solidaridad de los pecadores perdonados por el Señor, y convertidos en su cuerpo, la Iglesia santa. Cuando comulgues, recuerda que la Eucaristía es también un juicio.

Enzo Bianchi

 

Mientras sostienes el cuerpo de Cristo, “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, hazlo de manera que inspire a cada fiel el temor reverencial: cuando el fiel abra su boca o te presente su mano izquierda, deposita allí con delicadeza el cuerpo del Señor.

Enzo Bianchi

 

La liturgia eucarística comenzó por el signo de la cruz, y por el signo de la cruz termina. Pronuncia con autoridad las palabras de bendición que suben a Dios y la bendición que desciende de Dios a la asamblea, de manera que los fieles comprendan que la bendición que invocas y anuncias es también gracia, que viene del amor de Dios siempre gratuito y generoso. Que tu mano trace la serial de la cruz, acompañando con un gesto de autoridad las palabras que pronuncias, porque la bendición debe ser dada con exousía, por quien es pastor de la comunidad que le ha sido confiada por el Señor.

Enzo Bianchi

 

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