Peticiones del Padrenuestro: hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo
“Notad la más cabal ilación en las palabras del Señor. Nos ha mandado que deseemos los bienes por venir y que apresuremos el paso en nuestro viaje hacia el cielo; mas en tanto que el viaje no termina, aun viviendo en la tierra, quiere que nos esforcemos por llevar vida del cielo. “Es preciso -nos dice- que deseéis el cielo y los bienes del cielo; sin embargo, antes de llegar al cielo, yo os mando que hagáis de la tierra cielo y que, aun viviendo en la tierra, todo lo hagáis y digáis como si ya estuvierais en el cielo”. Y esto es lo que debemos suplicar al Señor en la oración. El vivir en la tierra no es obstáculo alguno para que podamos alcanzar la perfección de las potencias del cielo. Posible es, aun permaneciendo aquí, hacerlo todo como si ya estuviéramos allí. Lo que dice, pues, el Señor es esto: “A la manera como en el cielo todo se hace sin estorbo y no se da allí el caso de que los ángeles obedezcan en unas cosas y desobedezcan en otras, sino que todo lo cumplen prestamente –porque poderosos son en fuerza, dice el salmista, y cumplen su mandato-, así concédenos a nosotros los hombres no cumplir a medias tu voluntad, sino cumplirlo todo como tú quieres”. Y notad cómo nos enseñó aquí el Señor la humildad, al ponernos de manifiesto que la virtud no es sólo obra de nuestro esfuerzo, sino también de la gracia divina. Y juntamente también aquí nos ordenó que, aun orando cada uno particularmente, hemos de extender nuestro interés a la tierra entera, pues no dijo: “Hágase tu voluntad en mí o en nosotros”, sino en todo lo descubierto de la tierra: que por dondequiera sea destruido el error y florezca la verdad, y sea desterrada toda maldad, y vuelva la virtud, y que en cuanto a la virtud no haya ya diferencia entre el cielo y la tierra. Si esto sucediera -nos viene a decir el Señor-, ya no habría diferencia entre arriba y abajo, por muy distintos que por naturaleza sean, pues la tierra produciría como otros ángeles del cielo”.