Muchas de las “oraciones sobre las ofrendas” insisten en que los dones sean aceptados por la bondad del Señor. Es debido a que nuestras ofrendas son siempre pobres y limitadas y su verdadero valor reside en que se unan a la ofrenda que el mismo Jesús hace al Padre. Por eso, generalmente en las fiestas de los santos, les pedimos a ellos su intercesión para que nuestro sacrificio sea aceptado. Este pedir con insistencia que el Señor acepte nuestros dones aparece muchas veces en la Biblia: “Que (el Señor) se acuerde de todas tus ofrendas y que le agraden tus sacrificios” (Sal 20,4).

La oración sobre las ofrendas ambienta la gran oración eucarística e incluso la comunión. Es como un puente entre el ofertorio y la plegaria eucarística o canon.

“Una vez depositadas las ofrendas en el altar y concluidos los ritos correspondientes, con la invitación a orar junto con el sacerdote, y la oración sobre las ofrendas, se termina la preparación de los dones y se prepara la plegaria eucarística”.