Quinta charla
San Bernardo presenta su doctrina sobre la misericordia en el Tratado sobre los grados de Humildad y soberbia, que toma como texto de base el c. 7 de la Regla.
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LA DOCTRINA DE SAN BERNARDO SOBRE LA MISERICORDIA EN LA REGLA
EL “TRATADO SOBRE LOS GRADOS DE SOBERBIA Y HUMILDAD”
- San Bernardo presenta su doctrina sobre la misericordia en el Tratado sobre los grados de Humildad y soberbia, que toma como texto de base el c. 7 de la Regla.
- San Bernardo comienza hablando de los grados de soberbia y para ello invierte la escala, tomando como primer grado de soberbia el que se opone al último grado de humildad.
- Tiene una característica especial que marca todo el Tratado: al comenzar, junto con el texto de la Regla, pone la enseñanza de la Carta a los Hebreos que sabemos es muy especial y rica en este tema.
- Según la Carta a los Hebreos, el motivo de la Encarnación del Hijo es que el Hijo de Dios pueda llegar a hacer “experiencia” de la miseria, de lo que siente el hombre en sus distintas situaciones y, de este modo, aprender a obedecer, tal como dice el texto del c. 5 de Hebreos, a lo que san Bernardo agrega, de otros textos paralelos a este, que también aprendió lo que es la misericordia. Esto no lo dice textualmente la Carta a los Hebreos:
De igual modo, tampoco Cristo se atribuyó el honor de ser sumo sacerdote, sino que lo recibió de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para la eternidad, a la manera de Melquisedec. El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, por los padecimientos aprendió la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote a la manera de Melquisedec. (Heb 5,5)
El ejercicio de la misericordia es, para la Carta a los Hebreos, la actitud “sacerdotal” por excelencia. A diferencia del Papa Francisco que insiste en afirmar que Dios es misericordia, san Bernardo insiste en que Dios quiso conocer la miseria humana para poder ser mediador misericordioso.
Dice san Bernardo: El Hijo de Dios también es dichoso en aquella condición por la que no se aferró a su categoría de ser igual al Padre. El era impasible antes de despojarse de su rango y de tomar la condición de esclavo. Hasta entonces no entendía de miseria y de sumisión; tampoco conocía por experiencia la misericordia y la obediencia. Sabía por su naturaleza, no por propia experiencia. por esta experiencia no aumentó su caudal de ciencia, sino que aumentó nuestra confianza, ya que por
medio de este triste modo de conocer se acercó más a nosotros Aquel de quien tan lejos estábamos.(9,2)
- Por eso, mientras que en otros grandes maestros la Encarnación tiene por objeto manifestar la misericordia de Dios para con el hombre, en la Carta a los Hebreos, la Encarnación es para que el mismo Hijo conozca, por su experiencia propia, la fragilidad, las penas, las súplicas, para así llegar a conocer y obrar con misericordia con sus hermanos.
- San Bernardo dice que los 12 grados de humildad, en realidad, son tres grados de la verdad con uno mismo, y son tres grados de misericordia que debemos aprender.
- Los tres grados son: conocer la propia miseria, con misericordia, luego conocer la miseria del prójimo, con misericordia, y así llegar, en tercer lugar, al que es La Misericordia en Persona. Son tres momentos de humildad, de veracidad, de misericordia.
- Esa metodología que sigue el Señor, según la Carta a los Hebreos, es la misma para cada persona, según san Bernardo: es decir, aprender por su propia experiencia de su miseria, la misericordia para con sus hermanos:
Dice san Bernardo: ¡Oh invención inefable de la piedad! ¿Podríamos habernos imaginado incluso aquella maravillosa misericordia eterna si antes no la hubiese precedido la miseria, que nos la hace concebir? ¿Cuándo habríamos descubierto aquella compasión, desconocida para nosotros, que sin la existencia de la Pasión habría perdurado en la imposibilidad? (12,4)… Volvamos ya a nuestro asunto. Si el que no era miserable se hizo miseria para experimentar lo que ya previamente sabía, ¿cuánto más debes tu, no digo hacerte lo que no eres, sino reflexionar sobre lo que eres, porque eres miserable? Así aprenderás a tener misericordia. Sólo así lo puedes aprender. (13.1)
- Pero es aquí donde san Bernardo nos pone ante la humildad como veracidad con nosotros mismos. Y por eso toda la escala pasa a ser el trabajo de veracidad y para eso nos da los signos para poder reconocer en nosotros qué hay en nuestro interior y por donde va nuestra misericordia.
- Pero el dato más importante que señaló J. Leclercq en san Bernardo, ese que en este movimiento monástico del siglo XII se produce un cambio antropológico y cristológico muy grande: en los Padres de la Iglesia el centro de la reflexión era el movimiento de las pasiones. Ahora se estudian los sentimientos. Lo que hay detrás es el estudio de la propia interioridad personal de sentimientos, no tal fáciles de descubrir ni de afianzar.
- Los sentimientos son mucho más difíciles de discernir. Hacen mucho más al conocimiento del YO que las pasiones. Según J. Leclercq esta aparición del mundo de los sentimientos subjetivos mantuvo un equilibrio con lo objetivo dos siglos más, pero con el paso de los siglos fue derivando a un subjetivismo que tomó la primacía de todo.
Otro texto de Hebreos que usa san Bernardo es:
- Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote, que penetró los cielos –Jesús, el Hijo de Dios– mantengamos nuestra confesión de fe. Pues no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, ya que ha sido probado en todo como nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar la gracia de un auxilio oportuno. (Heb 4, 14)
- Esta expresión “excepto en el pecado”, que fue introducido por los Padres en el Credo, llevó a muchas discusiones al aplicar los salmos a Cristo. Una pregunta elemental: Cristo, “sintió” ira? El mal está en sentir (pros-pathein) o con=sentir (pathein)? Para Jerónimo y Doroteo el mal está ya en el sentir, pues revela algo que tuvo una puerta de acceso a nuestro corazón. Para Orígenes el mal está en con-sentir. Y por eso afirmaba que Cristo sintió muchas cosas que otros Padres consideraban inadmisibles. Entonces, nos conoció bien si no llegó a sentir esos sentimientos?
- El sentimiento está más cerca del obrar que el pensamiento. para la Biblia lo pensamientos buenos no son garantía de buenas obras, podemos ser incoherentes. En cambio, cuando el pensamiento se instaló en nosotros, como en una segunda naturaleza, y se formó el sentimiento, este sí es garantía del bien obrar (San Benito señala esta diferencia en el 7º grado de humildad.
- Volvemos a decir: los Padres cistercienses, aunque no son de citar explícitamente las fuentes que utilizan, ponen de manifiesto conocer muy bien los Padres griegos, y por ese lado esta doctrina tiene un fuerte respaldo patrístico en lo que Hausherr mostró acerca de san Máximo en su obra Filautía y que Hausherr llega a definir como un “cariño con nosotros mismos”, afecto hacia nosotros mismos. El concepto griego de filautía, y que correspondería al occidental de “egoísmo” tiene una connotación afectiva que enriqueció grandemente sus estudios sobre el hombre.