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Peticiones del Padrenuestro: no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal

Aquí nos instruye claramente el Señor sobre nuestra miseria y reprime nuestra hinchazón, enseñándonos que si no hemos de rehuir los combates, tampoco hemos de saltar espontáneamente a la arena. De este modo, en efecto, nuestra victoria será más brillante, y la derrota del diablo más vergonzosa. Arrastrados a la lucha, hemos de mantenernos firmes valerosamente; no provocados, estémonos quietos a la espera del momento del combate, con lo que mostraremos a la par nuestra falta de ambición y nuestro valor. Llama aquí el Señor malo al diablo, mandándonos, por una parte, que le declaremos guerra sin cuartel, pero dándonos, por otra, a entender que no es tal por naturaleza. La maldad, en efecto, no procede de la naturaleza, sino de la libre voluntad. Mas el diablo se llama malo por excelencia por lo extremo de su maldad. Ningún agravio le hemos hecho nosotros, y, sin embargo, nos hace una guerra implacable; por eso no dijo el Señor: “Líbranos de los malos”, sino: Líbranos del malo. Con ello nos enseña a no guardar resquemor contra nuestro prójimo por el mal que de su parte sufrimos; contra el diablo hemos de volver todo nuestro odio, como culpable que es de todos los males”.

San Juan Crisóstomo

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