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La Plenitud de la Ofrenda

Botón para descargar textos como wordVIERNES SANTO

Esta tarde, cuando participemos de la celebración de la Pasión, escucharemos el relato de la Pasión según san Juan, el evangelio del discípulo amado. En el capítulo 18, Juan comienza diciendo que Jesús entróen el huerto con sus discípulos, y agrega “También Judas, el que lo entregaba, conocía el lugar, porque Jesús se había reunido allímuchas veces con sus discípulos”. Esta nota hace más grande la traición. Hace más grande la traición y más grande la ofrenda, más grande el amor. Judas conocía el lugar porque era uno de los íntimos, de los elegidos. Cuando llega Judas con los soldados, Jesús se adelanta. Dice el texto: “Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: ¿A quién buscáis?” Jesús se adelanta, se entrega. Se entregó, se ofrecióporque quiso. Jesús tiene la vida en sus manos; él va libremente a la pasión, entrega su vida voluntariamente, libremente. Ya lo había dicho en el discurso del buen pastor: “Yo doy mi vida por las ovejas. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida. Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente” (Jn 10,18). En todo el relato, Juan quiere subrayar esto: que muere, que da la vida porque quiere, libremente y por amor. Él tiene la vida en símismo, él es la vida. Jesús no es un perseguido que va huyendo y que de pronto lo atrapan, lo capturan, lo encuentran y lo apresan, lo toman. Él es quien decide cuándo serála entrega final, la ofrenda total. Muchas veces los evangelistas – sobre todo Juan- aclaran: “Querían detenerle, pero nadie le echómano, porque todavía no había llegado su hora” (Jn 7,30); “Nadie lo prendió, porque aún no había llegado su hora” (Jn 8,20); “Querían de nuevo prenderle, peros se les escapóde las manos” (10,39). A Jesús no lo agarran, él es el que se entrega y se deja apresar. Siempre se nos adelanta en la entrega. Cuando se adelanta y les pregunta ¿A quién buscáis? dice: “Si me buscáis a mi, dejad marchar a éstos”. Tomadme a mi y dejad libres a mis discípulos. Jesús que da la vida por ellos. Jesús da la vida libremente, y esta libertad hace más grande la ofrenda. Cuando uno toma la vida en sus manos y decide entregarse, esa ofrenda es más grande, llega a una plenitud. La vida que se entrega se hace más plena, porque lo que plenifica la vida es el amor, lo que hace grande una vida es el amor. Y el amor se demuestra en la entrega, en la ofrenda, en el don. Pablo VI, decía en un Vía Crucis: “No se trata solamente de un hecho de sangre, de un apena capital infligida a un inocente. Es un sacrificio, un holocausto. Sobre todo es algo voluntario, en el cual un acto de amor y de heroísmo se une al sentimiento total y lo transfigura”. Jesús ofrece la vida, la da, la entrega. Cuando nosotros entregamos la vida le damos un sentido más pleno, cuando ofrecemos el sufrimiento y no simplemente lo sobrellevamos porque no nos queda otra, la vida cobra un sentido, se hace más plena; cuando ofrecemos la vida por amor, por algo más grande, nuestra vida se agiganta, se hace grande.

El relato de Juan dice que cuando los soldados escuchan que Jesús les dice “Yo soy”, retrocedieron y cayeron en tierra, se postraron al oír escuchar el nombre de Yahve, Yo soy. Nosotros esta tarde también nos postraremos. La celebración de la Pasión comienza con un profundo silencio que desemboca en el gesto de postración y adoración. Los sacerdotes se postran y los fieles nos arrodillamos. Pero el sentido es el mismo: el reconocimiento de la propia nada ante la majestad, la divinidad y el poder del Señor. En la Biblia muchas veces aparece este gesto de postración. En el Antiguo Testamento vemos a Abraham que después de hablar con Dios y hacer alianza con él, se postra: “Dios le dice: Yo soy el Sadday, camina en mi presencia y séperfecto, y hago alianza contigo. Y Abraham cayórostro en tierra. En Lc 5,4-18, después de la pesca milagrosa, Pedro reconoce la omnipotencia de Dios y postrándose exclama: “Aléjate de mi, Señor, que soy un hombre pecador”. Y en Jn 21, Pedro vuelve a postrarse, esta vez en el agua, al reconocer otra vez al Señor y su poder. La postración es consecuencia de una manifestación, una revelación, de Dios que nos muestra algo, que se nos muestra. Esta revelación nunca nos deja igual, siempre pide algo más; a Pedro, las dos veces le significóel dejarlo todo y seguirlo.

El viernes santo comienza con esta postración porque es el día en que Jesús en la cruz da muerte a la muerte, y haciendo morir al mal demuestra que es Dios. Esta postración es un reconocimiento de la divinidad de Cristo, de su poder divino. Esta postración tiene además un sentido penitencial, es un gesto de arrepentimiento.

 

Después de la postración, el sacerdote reza una oración que dice: “Dios, que por la pasión de tu Hijo Nuestro Señor Jesucristo, nos libraste de la muerte heredada por todos los hombres como consecuencia del primer pecado, te pedimos que nos hagas semejantes a él para que, quienes por nuestra naturaleza humana somos imagen de Adán, el hombre terreno, por la acción santificadora del agracia, seamos imagen de Jesucristo, el hombre celestial”.

Esta oración contiene la síntesis de todo el misterio pascual. Todo estádicho aquí. Los protagonistas del viernes santo son Dios y Satanás o Padre de la mentira; la Luz y las tinieblas; la muerte y la Vida. El domingo de Pascua cantaremos: “La muerte y la vida se enfrentaron en un duelo admirable”. El pecado es siempre un enfrentamiento  con Dios, es un duelo entre Dios y el diablo. Un duelo es siempre entre dos. En el arte cristiano suele representarse este misterio: el momento crucial en el que Cristo desciende al abismo para rescatar a Adán. En la basílica de San Marcos, en Venecia, por ejemplo, hay una pintura en la que aparece Jesús que desciende al abismo con la cruz de la victoria en una mano y en la otra lo tiene a Adán; mientras lo va sacando; Jesús estápisando la cabeza del demonio, éste estátotalmente aplastado, pero con una mano intenta agarrar el talón de Adán para que no se vaya. Un Padre de la Iglesia, comentando esto dice: “No estemos tanto en las cosas de la tierra; porque cuando estamos apoyados en la tierra, al ras del suelo, el demonio trata de agarrar nuestro talón para impedirnos volar más alto”. Nuestra vida, la vida de todo hombre se esclarece a la luz del misterio pascual. Sólo allícomprendemos el sentido de nuestra vida. Cada pecado nuestro, cada no a Dios, cada sugestión del enemigo, nos coloca ante este duelo. A cada instante nos jugamos la vida: o vivimos para Dios o vivimos para el demonio. El triunfo ya es de Dios. Él nos rescato con el precio de su sangre. Somos suyos para siempre. La soberbia del demonio que quiere tomar posesión de nuestro corazón sólo podremos vencerla con la humildad de Dios.

 

En esta oración se nos recuerda que somos imagen de Adán. Somos Adán. Adán fue el primer hombre que pecó. Benedicto XVI dirá: Adán fue el primer caído, Dios ama a su criatura, el hombre. Lo ama también en su caída y no lo abandona a símismo. La liturgia de estos días hace constantemente alusión a este Adán: “Celebremos con cantos la victoria que logróel Redentor del universo, cuando desde la cruz trocóen gloria lo que era ignominia y cruel tormento. Del pecado en que Adán y Eva cayeron, condolido el Creador pone remedio: habráun árbol que de fruto de vida por el otro que dio fruto de muerte”. Dios siempre pone remedio al mal. San León Magno dice: “No hay enfermo a quien le sea negada la victoria de la cruz, ni hay nadie a quien no ayude la oración de Cristo. Pues, si esta fue de provecho para los que tanto se ensañaban con él, ¿cuánto más no lo serápara los que se convierten a él?”

En la vigilia pascual, en el preciso momento de la resurrección, el pregón pascual harámención de Adán, el hombre rescatado, el hombre nuevo: “Cristo pagópor nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y borrócon su sangre la sentencia del primer pecado. ¡Quéadmirable es tu bondad con nosotros! ¡Quéinestimable la predilección de tu amor: para rescatar al esclavo, entregaste a tu propio hijo! Pecado de Adán ciertamente necesario, que fue borrado por la sangre de Cristo. ¡Oh feliz culpa, que nos mereciótan noble y tan grande redentor!”

Decir que somos imagen de Adán es reconocer que somos pecadores como él, que el orgullo nos domina. Pero Adán fue creado bueno. Fue creado para la vida, fue creado para Dios. Por eso se habla de un rescate, de una recuperación. Adán había sido creado a imagen del hombre celestial, pero el pecado lo desfiguró. El pecado fue la soberbia, el orgullo. Por eso el camino para recuperar esa imagen seráel de la humildad. Los Padres dirán:“El hombre Adán quiso ser dios y pecó; Jesucristo se hizo hombre para devolverle a Adán la imagen del hombre celestial”. ¿Quésignifica recuperar la imagen del hombre celestial? Ser igual a Cristo, tener sus mismos sentimientos, vivir como vivióél. Pablo diría:“Tener los sentimientos de Cristo, que no teniendo en cuenta su condición divina se humilló”. Este viernes santo debemos detenernos a contemplar la humildad de Cristo, cómo muere Cristo, pues muere como vivió: amando, perdonando, en la plenitud de la ofrenda. Benedicto XVI nos invita a ello diciendo: “Mantengamos fijos el corazón y la mente en el rostro de Cristo. Déjense atraer por la fascinación de Cristo contemplando su rostro con los ojos de la fe, permaneciendo a la escucha de su palabra y cumpliendo el plan que Dios tiene para cada uno de ustedes. Que nuestra vida sea un reflejo de la de Cristo, para que todos aquellos con quienes nos encontremos perciban siempre en nuestros gestos y palabras la bondad pacificadora y consoladora de su rostro”. Se trata, entonces, de dejarnos transformar por Cristo.

Nosotros podemos tener los mismos sentimientos de Cristo porque él asumiólos nuestros.  San Agustín dice: Él nos ha llevado en sí, nuestra cabeza nos ha asumido en símismo, ha asumido los sentimientos de sus miembros. Era conveniente que el único mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, asícomo nos elevóa las realidades más excelsas, asípadeciese con nosotros también las más humildes… No puedo permitirme solamente adorarlo; se me manda imitarlo. Las palabras “si alguno me sirve, que me siga, y donde yo estoy, estarátambién mi servidor”, me encienden en deseos de despreciar el mundo; y toda esta vida, por larga que sea, es como un soplo, es nada para mí; por amor a las realidades eternas, todas las cosas temporales pierden para mísu valor; y nuevamente escucho a mi Señor, que dice: “Ahora mi alma estáturbada”. ¿Quésignifica esto? ¿Cómo ordenas que mi alma te siga, si veo que tu alma se turba? ¿Cómo podrésoportar yo lo que tu fortaleza ya percibe como un peso? ¿Quéapoyo he de buscar si la piedra sucumbe? Mas en mi pensamiento me parece escuchar al Señor que me responde, y en cierto modo me dice: Me seguirás más decidido, puesto que yo intervengo para que puedas sufrir; haz escuchado la voz de mi fortaleza dirigida a ti, escucha en míla voz de tu debilidad; te doy fuerzas para que corras, y no impido que apresures tu carrera, sino que tomo sobre mi lo que temes, y allano el camino para que puedas pasar… El hombre que quiera seguirlo, escuche por dónde ha de seguirlo. Haz de anteponer la voluntad de Dios a la tuya.

 

Pidamos en este viernes santo la fuerza de la oblación de Cristo, la fuerza de su ofrenda, la fuerza para entregarnos. El Espíritu Santo fue la fuerza de su oblación. Pidamos el Espíritu Santo. En la Cruz, Jesús fue más Dios que nunca; allímanifestótodo su poder. La cruz no fue su debilidad, fue su fuerza. Por eso cuando le gritaban: “baja de la cruz, muestra tu poder y baja”, él no bajó. Tuvo la fortaleza para permanecer en la cruz, y permaneciendo demostróser más Dios que nunca. San Juan Crisóstomo dice que en la promesa que Jesús le hace al ladrón arrepentido en la cruz, muestra todo su poder. Dice así:“Hoy estarás conmigo en el paraíso. ¿Quées lo que dices? ¿Estás crucificado, estás clavado en la cruz, y prometes el paraíso? ¿Cómo puedes conceder tan precioso favor? Si hago esta promesa desde el madero, dice, es para que conozcas, por la cruz, mi fuerza. Pues dado que de por síella infunde cierta tristeza, Jesucristo ha querido manifestar allítoda su fuerza, a fin de que no te asalte el abatimiento considerando la naturaleza de la cruz, sino que al contemplar el poder del Crucificado seas confortado y consolado. En efecto, no ha sido resucitando a un muerto, ni imperando sobre el mar, o increpando a los demonios como logróatraer hacia síel corazón envilecido de un ladrón sino crucificado, clavado, despreciado, injuriado, ultrajado, afrentado, hecho el escarnio de todos. Mira cómo resplandece su poder por doquier. Hizo estremecer la creación, quebrantólas rocas, y volviómás blando que la cera el corazón del ladrón, más endurecido que una roca.  Hoy estarás conmigo en el paraíso.¿Quées lo que dices? Los querubines con espada de fuego guardan la puerta del paraíso, ¿y túprometes la entrada en él al ladrón? Si – dice-, pues yo soy el Señor de los querubines y tengo potestad sobre el fuego y el infierno, sobre la vida y la muerte. ¿Quérey consentiría jamás en entrar en una ciudad sentando a su lado a un ladrón o a cualquiera de sus siervos? Y, sin embargo, esto es lo que hace el Hijo de Dios, nuestro bondadoso Señor. Al regresar a la sagrada casa del Padre, hace entrar en ella consigo al ladrón, sin deshonrar de este modo el paraíso, al contrario rindiéndole asíaún mayor honor, ya que la gloria del cielo es tener un Señor tan poderoso y bueno que es capaz de hacer digno de la felicidad celestial incluso a un ladrón. Del mismo modo, cuando introduce a publicanos y pecadoras en el reino de los cielos, lejos de deshonrar el lugar santo, lo honra mucho más, demostrando que el Señor del reino de los cielos es tan grande que es capaz de santificar a las pecadoras y a los publicanos y hacerles dignos de la recompensa y de la gloria celestial. Asícomo admiramos a un médico cuando vemos que procura el remedio a hombres sujetos a enfermedades incurables, restableciéndoles completamente la salud, asítambién, hermanos muy amados, admirad a Jesucristo, y llenaos de estupor por su poder, al ver que él cura a los hombres afligidos por enfermedades espirituales, enfermedades que superan el poder de todos los remedios, y aún habiendo llegado al colmo de su malicia los hace dignos de su reino celestial. Hoy estarás conmigo en el paraíso. ¡Honor insigne, culmen infinito de bondad, exceso inaudito de misericordia!, pues mayor honor que entrar en el paraíso es entrar allícon el soberano Señor del paraíso”.

 

Y para terminar, esta exhortación de San Agustín que dice:

“Cristo padeció, muramos al pecado.

Cristo resucitó, vivamos para Dios.

Cristo pasóde este mundo al Padre, que no se apegue aquínuestro corazón, sino que lo siga en las cosas de arriba.

Cristo yacióen el sepulcro, sepultados con él, olvidemos las cosas pasadas.

Estásentado en el cielo, deseemos las cosas grandes”.

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