eucaristia






La fracción del pan

 

El rito de la fracción del pan está constituido por tres partes: la fracción propiamente dicha, el canto del Cordero y la mezcla o inmixtión.

Uno de los nombres más antiguos con el que los cristianos llamaban a la Misa era: la “Fracción del pan”. Este término ya se encuentra en los Hechos de los Apóstoles (2, 46-47a): “Acudían diariamente al Templo con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo”. Esta acción práctica fue vista inmediatamente como una metáfora para la realidad más profunda que se estaba realizando, tal como lo dice san Pablo: “El pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque uno solo es el pan, aún siendo muchos, un solo cuerpo somos, pues todos participamos del único pan” (1 Co 10,16-17). Era imposible romper el pan sin pensar en el cuerpo de Jesús, que en la cruz “fue partido” para dar vida y ser distribuido entre nosotros. El mismo evangelista al narrar la última cena dice: “Jesús tomó pan, pronunciada la bendición, lo partió, se lo dio y dijo: ‘Este es mi cuerpo’” (Mc 14,22).

En el siglo VIII los diáconos traían una gran bandeja, que contenía muchos panes que después eran fraccionados por los sacerdotes y obispos.

Hoy en día, por la introducción de las hostias pequeñas este gesto puede pasar desapercibido, ¡pero es muy importante! Es el símbolo más explícito, en la Misa, del don que hace Jesús de sí mismo.

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