La alegría de la Pascua
Textos comentados en la charla del Sábado Santo 2023:
La alegría de la Pascua.
¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio porque el Rey duerme. «La tierra temió sobrecogida» porque Dios se durmió en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios en la carne ha muerto y el Abismo ha despertado.
De una homilía antigua sobre el grande y Santo Sábado
La fe cristiana se mantiene o cae con la verdad del testimonio de que Cristo ha resucitado de entre los muertos. Si se prescinde de esto, aún se pueden tomar sin duda de la tradición cristiana ciertas ideas interesantes sobre Dios y el hombre, sobre su ser hombre y su deber ser, pero la fe cristiana queda muerta. (…) Sólo si Jesús ha resucitado ha sucedido algo verdaderamente nuevo que cambia el mundo y la situación del hombre. (…) Que Jesús sólo haya existido o que, en cambio, exista tambien ahora depende de la resurrección. En el “sí” o el “no” a esta cuestión no está en juego un acontecimiento más entre otros, sino la figura de Jesús como tal.
Jesús de Nazaret,
Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección.
Joseph Ratzinger-Benedicto XVI p. 281-282
Esta es la noche en que,
rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó del abismo.
Esta es la noche de que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mi gozo.»
Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los potentes. (…)
¡Qué noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
para destruir la oscuridad de esta noche,
arda sin apagarse
y, aceptado como perfume,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matutino lo encuentre ardiendo,
Oh lucero que no conoce ocaso y es Cristo,
tu Hijo resucitado,
que volviendo del abismo,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina por los siglos de los siglos.
Del Pregón Pascual
Hermanos: Después de haber iniciado solemnemente esta Vigilia, escuchemos serenamente la Palabra de Dios; meditemos cómo, al cumplirse el tiempo, Dios salvó a su pueblo y finalmente envió a su Hijo para redimirnos. Oremos para que Dios lleve a su plenitud la redención obrada por el misterio pascual.
Oración al inicio de la Liturgia de la Palabra
Dios todopoderoso y eterno, tú eres admirable en todas tus obras; te pedimos que quienes hemos sido redimidos por ti comprendamos que la creación de mundo, en el comienzo de los siglos, no es obra de mayor grandeza que el sacrificio pascual de Cristo, realizado en la plenitud de los tiempos.
Oración después de la primera lectura
¿Por qué hombre, tienes tan poco valor a tus ojos, cuando tienes tanto valor a los ojos de Dios? ¿Por qué miras de qué estás hecho y no buscas el sentido de tu existencia? Todo el mundo que ves a tu alrededor, ¿no ha sido creado para ti? Para ti la luz expulsa las tinieblas que te rodean, tempera la noche y mide el día. Para ti el cielo está iluminado por el sol, la luna y las estrellas. Para ti la tierra está decorada con flores, bosques y frutos. Para ti fue creada en el aire, en los campos y en las aguas la bellísima multiplicidad de seres vivientes.
San Pedro Crisólogo
-¿Renuncian a Satanás, esto es: al pecado, como negación de Dios; al mal, como signo del pecado en el mundo; al error, como negación de la verdad; a la violencia, como contraria a la caridad; al egoísmo, como falta de testimonio de amor?
-Sí, renuncio.
-¿Renuncian a las obras opuestas al Evangelio de Jesús, que son: la envidia y el odio; la pereza y la indiferencia; la cobardía y los acomplejamientos; el materialismo y la sensualidad; la injusticia y el favoritismo; el negociado y el soborno?
-Sí, renuncio.
-¿Renuncian a los criterios y comportamientos que llevan a: creerse los mejores; verse siempre superiores; creerse ya convertidos del todo; buscar el dinero como máximo valor; buscar el placer como única ilusión; buscar el propio interés por encima del bien común?
-Sí, renuncio.
-¿Creen en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?
-Sí, creo.
-¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de la Virgen María, padeció y fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
-Sí, creo.
-¿Creen en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, al comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna?
-Sí, creo.
Renovación de las Promesas bautismales (3era fórmula)
Evangelio según san Mateo 28,1-10:
Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Angel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán». Esto es lo que tenía que decirles». Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».
¿Quiénes son estas mujeres, paralizadas por el miedo? ¡Ellas son tú, ellas son yo! Ellas son todos los cristianos, depositarios de un mensaje tan inmenso como el de la resurrección y que no se atreven a decirlo. ¿Y por qué no osan decirlo? Porque este mensaje no se puede proclamar sin pasar por una cierta forma por la muerte: muerte a sí mismo de aquel que debe renunciar a todos sus bienes para seguir a Cristo, la muerte de los mártires, la muerte de los predicadores convencidos cuya palabra es fuego y arde a medida que la pronuncia. El ser humano que se preserva, que no se entrega, resiste con todas sus fuerzas a esta muerte. Así las mujeres se callaron, así como los discípulos huyeron cuando arrestaron al Señor.
Quésnel
Que el pueblo de Dios reconozca que es una creatura nueva en Cristo y que se esfuerce en comprender quién lo ha adoptado. Que lo que ha sido renovado no retorne a la inconstancia de su antigua estado y que el que ha puesto la mano en el arado no abandone su trabajo; que mire a lo que siembra y no se vuelva a lo que ha dejado atrás. Que nadie recaiga en los vicios de los que se ha levantado. Este es el camino de la salvación, este es el modo de imitar la resurrección comenzada en Cristo.
San León Magno