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Invocación de los santos

Plegaria Eucarística: Communicantes

“En comunión con toda la Iglesia veneramos ante todo la memoria de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor, la de su esposo san José, la de los santos apóstoles y mártires Pedro, Pablo, Andrés, Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián, y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo su protección. Por Cristo , nuestro Señor. Amén”.

El canon romano continúa con una oración en la que se invoca a la Virgen y a los santos para garantizar las peticiones realizadas anteriormente y expresar el culto universal de la Iglesia (la que peregrina en la tierra y la que está en el cielo). La Iglesia de Roma tomó esta costumbre de Oriente: nombrar en esta parte de la Misa a los santos del lugar, obispos, etc. Se buscó un orden: primero la Virgen, luego los doce apóstoles, y por último doce mártires (los primeros seis son obispos y los otros seis no lo son). Los santos que se mencionan aquí son solamente santos romanos, ya que en la antigüedad cristiana y en la edad media el santoral era casi exclusivamente local. Al principio no existía una lista fija de santos, sino que se mencionaban los santos del día. Se cree que fue san Gregorio quien fijó la lista que se dice hasta el día de hoy. Pero esta oración no se usaba sólo para conmemorar a los santos, sino para hacer una mención expresa de ciertas fiestas mayores (como Navidad, Epifanía, Jueves santo, Pascua, Ascensión y Pentecostés), tal como sucede hasta el día de hoy. Así por ejemplo en Pentecostés se dice:

“Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día de Pentecostés, en que el Espíritu Santo se manifestó a los apóstoles en lenguas de fuego, veneramos ante todo…”

La Iglesia desea expresar así la alegría común con la Virgen y los santos al celebrar los misterios más de grande de nuestra fe.

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