Tiempo de Cuaresma
Si el Triduo Pascual y los sucesivos cincuenta días son el centro radiante del año litúrgico, la Cuaresma es el tiempo que prepara las mentes y los corazones del pueblo cristiano a la digna celebración de estos días.
La palabra Cuaresma quiere decir cuarenta. Los cuarenta días de Cuaresma nos permiten revivir con Cristo en el desierto los cuarenta años del camino de los hebreos hacia la tierra prometida. A lo largo de estos años, el pueblo guiado por Moisés tuvo frecuentemente hambre y sed, a veces se desalentaba, pero sobre todo experimentó la constante ternura de Dios hacia él.
Esa misma experiencia de intimidad con Dios desea revivir la comunidad de los creyentes en su camino hacia la Pascua, para encontrar allí la alegría de un corazón purificado en la comunión con Cristo muerto y resucitado por ellos.
Prácticas cuaresmales
El pueblo de Dios emprende un esfuerzo exigente pero liberador que debe abrirlo al llamado del Señor, así como a la comunidad de los hombres. Privándose de los alimentos terrestres aprenderá a gustar más el pan de la Palabra y de la Eucaristía, además de comprender mejor las exigencias del compartir. La penitencia cuaresmal está orientada hacia Dios, a quien honra, y a nuestros hermanos, a quienes reconforta. En ella expresa con un vigor excepcional la humilde sumisión del discípulo de Jesús al doble mandamiento del amor.
A todos aquellos que hayan escuchado la voz del Señor, la Iglesia les promete que en la luz de la Noche santa, serán “colmados de la gracia que Dios reserva a sus hijos” (Pr 1).