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4. El tiempo del regreso

La Parábola del hijo pródigo

 

Textos citados y comentados

 

Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle,  y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos».  Entonces les dijo esta parábola.  «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra?  Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros;  y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.”  Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión.

«O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra?  Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: “Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido. “Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Dijo: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y él les repartió  la hacienda.  Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.  Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo:”¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me  muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.” Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus siervos: “Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta.

«Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.” El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: “Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca  me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!” «Pero él le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.”»

Lc 15,1-32

 

Textos del Antiguo Testamento

¿Qué encontraban vuestros padres en mí de torcido, que se alejaron de mi camino y yendo en pos de la vanidad se hicieron vanos?… Pensadlo bien y ved si aconteció cosa tal: mi pueblo ha trocad su Gloria por el Inútil. Pasmaos, cielos, de ello; erizaos. Doble mal ha hecho mi pueblo: a mi me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas que el agua no retiene… Que te enseñe tu propio daño, reconoce y ve lo malo y amargo que te resulta el dejar al Señor tu Dios.

Jer 2 y 3

Ellos no escucharon y endurecieron sus cervices como la cerviz de sus padres que no creyeron en el Señor su Dios. Despreciaron sus decretos y la alianza que hizo con sus padres y las advertencias que les hizo, caminando en pos de vanidades, haciéndose ellos mismos vanidad.

2Re 17,14-15

Se consagraron a la Infamia y se hicieron abominables como el objeto de su amor.

Os 9,10

Dice el Señor: Yo había dicho: Sí, te tendré como a mi hijo y te daré una tierra espléndida. Padre me llamaréis y de mi seguimiento no os volveréis. Pues bien, como engaña una mujer a su compañero así me ha engañado la casa de Israel. Torcieron su camino, olvidaron a su Dios Yahve. Volved hijos apóstatas, yo remediaré vuestras apostasías…. Si volvieras, Israel, si a mi volvieras…. Aquí nos tienes de vuelta a ti, porque tú, Señor, eres nuestro Dios.

Jer 3, 19 ss

 

A pesar de todo, cuando estén ellos en tierra enemiga, no los desecharé ni los aborreceré hasta su total exterminio, anulando mi alianza con ellos, porque yo soy el Señor su Dios; me acordaré, en su favor, de la alianza hecha con sus antepasados, a quienes saqué de la tierra de Egipto para ser su Dios.

Lev 26,46

 

Cuanto te hayas alejado y estés angustiado… te volverás al Señor tu Dios y escucharás su voz. Porque el Señor tu Dios es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te destruirá, y no se olvidará de la alianza que hizo con tus padres.

Deut 4,29-30

 

Si vuelves al Señor tu Dios, si escuchas su voz, el Señor tu Dios cambiará tu suerte, tendrá piedad de ti, y te reunirá de nuevo de en medio de todos los pueblos a donde el Señor tu Dios te haya dispersado. Aunque tus desterrados estén en el extremo de los cielos, de allí mismo te recogerá el Señor tu Dios y vendrá a buscarte; te llevará otra vez a la tierra poseída por tus padres, para que también tú la poseas, te hará feliz.

Deut 30, 1-5

 

Así dice el Señor: confirmaré sobre vosotros mi favorable promesa de volverlos a este lugar; que bien me sé yo los pensamientos que pienso sobre vosotros, pensamientos de paz y no de desgracia, darles un porvenir y una esperanza. Me invocaréis y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis cuando me solicitéis de todo corazón. Me dejaré encontrar de vosotros.

Jer 29,10-14

 

Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, pues has tropezado por tus culpas. Tomad con vosotros palabras, y volver al Señor. Decidle: “quita toda culpa, toma lo que hay de bueno y vez de novillos te ofreceremos nuestros labios…  No diremos más “Dios nuestro” a  la obra de nuestras manos. Oh, tú, en quien halla compasión el huérfano… Yo sanaré su infidelidad, los amaré graciosamente.

Os 14,2-5

 

¿Qué Dios hay como tú, que quite la culpa y pase por alto el delito del Resto de tu heredad? No mantendrá su cólera por siempre pues se complace en el amor; volverá a compadecerse de nosotros, pisoteará nuestras culpas. ¡Tú arrojarás al fondo del mar todos nuestros pecados!

Miq 6,18-19

¡Acuérdate, Yahveh, de lo que nos ha sobrevenido, mira y ve nuestro oprobio!

Nuestra heredad ha pasado a extranjeros, nuestras casas a extraños.

Somos huérfanos, sin padre;

Ha cesado la alegría de nuestro corazón, se ha trocado en duelo nuestra danza.

Ha caído la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, que hemos pecado!

Por eso está dolorido nuestro corazón, por eso se nublan nuestros ojos:

¿Por qué has de olvidarnos para siempre, por qué toda la vida abandonarnos?

¡Haznos volver a ti, Yahveh, y volveremos. Renueva nuestros días como antaño,

si es que no nos has desechado totalmente, irritado contra nosotros sin medida!

Lam 5

 

Otros textos

Convertíos a mi de todo corazón. Convertirse quiere decir cambiar de camino, elegir una dirección, una línea. La Cuaresma llama a todos a mirar hacia Dios; a trazar de nosotros al Señor una línea recta, aquella completa atención, tantas veces desviada por las cosas profanas, por los quehaceres de cada día, por los afanes de la vida. Es necesario que por encima de toda esa experiencia tan compleja brille el rayo inmediato que nos señala a Dios.

Todos necesitamos convertirnos. ¿Qué hay que hacer para convertirse? El primer paso consiste en escuchar, oír el llamado y orientar nuestra mente hacia donde parte la voz. Esta voz es la palabra de Dios. Escuchemos la voz que nos llega desde el cielo. El Señor tiene siempre algo nuevo, profundo, exigente, tremendo que decir a nuestras almas. ¡Ay de nosotros si permanecemos sordos e insensibles! Aquí la voz exterior se hace interior. Es necesario ser tan espirituales como para saber captar las inspiraciones. Dios tiene un arte propio para dialogar con las almas, diálogo que nosotros, a menudo tan ruidosos, disipados, poco interiores como somos, no alcanzamos a captar. El Señor pide siempre algún sacrificio. Quiere exactamente algo mío. En cada estación me pide una cosa nueva. Él tiene un regalo para hacer, una novedad para crear. La conversión de los santos es característica a este respecto, comenzando por la de san Pablo: Dime, Dios mío, lo que tengo que hacer. La gracia de Dios lo puede modificar todo en nosotros, aunque estuviéramos hechos de la pasta menos apta para ser modelada por sus manos y por su bondad. Poderosa es esta tanto como su misericordia.

Pablo VI, 3 de marzo de 1965

 

 

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