papa-paloma






El don de la paz

COMO FRUTO DE LA COMUNIÓN PEDIMOS LA LIBERACIÓN DEL MAL Y EL DON DE LA PAZ.

El embolismo (que significa “desarrollo”) explicita la última parte del Padrenuestro y dice así:
Líbranos, de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres del pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Y la asamblea aclama: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
“Líbranos de todos los males”: pedimos al Señor que la fuerza de la recepción de la comunión nos libre de todos los males. Al ser incorporados a Cristo somos liberados del pecado (que es el mal principal).
“Concédenos la paz”: Esta paz, que es fruto de la redención, es consecuencia de la liberación del mal. La verdadera paz se contrapone a todo mal y es “por la ayuda de su misericordia”.
Todo esto crea las disposiciones interiores para poder recibir la comunión y poder ir disponiéndonos, poco a poco, para “la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo”. Jesús dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”. Hay una estrecha relación entre la comunión y la vida eterna, ya que recibimos a Cristo resucitado que nos comunica su vida divina.
La aclamación “Tuyo es el reino”… es una doxología que ya se decía en el siglo II, que acentúa la expectación de la vuelta del Señor, que la misma Eucaristía anuncia.

Share the Post