La disponibilidad de María y José
Durante el tiempo de Adviento la Liturgia recuerda frecuentemente a la Santísima Virgen. Los fieles que viven con la Liturgia el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo, se sentirán animados a tomarla como modelo y a prepararse, «vigilantes en la oración y… jubilosos en la alabanza», para salir al encuentro del Salvador que viene.
Marialis cultus 3.
Todo el pueblo cristiano recurriendo con mayor fervor a san José e invocando confiado su patrocinio, tendrá siempre presente ante sus ojos su humilde y maduro modo de servir, así como de «participar» en la economía de la salvación. El volver a reflexionar sobre la participación del Esposo de María en el misterio divino concederá a la Iglesia, en camino hacia el futuro junto con toda la humanidad, encontrar continuamente su identidad en el ámbito del designio redentor, que tiene su fundamento en el misterio de la Encarnación.
Redemptoris custos, 1.
En la Anunciación el cuerpo entero de María está en actitud profundamente receptiva. Se concentra en ese momento todo el mundo; allí acontece la historia. No hay más que Silencio y Acontecimiento, porque en el silencio se encarna la Palabra. La Luz. La máxima intimidad. Nunca una mujer fue tan profundamente encontrada en su intimidad como lo fue entonces María en la Encarnación. Como lo fue entonces y también al pie de la cruz. En el momento de recibir y en el momento de entregar; los dos momentos que cumplen el ritmo de toda vida.
P. Lucio Gera
Aquella que debía concebir y dar a luz al Santo de los santos, recibió, para ser santa en su cuerpo, el don de la virginidad, y para santificar su alma, el de la humildad.
San Bernardo
Duerme José, ciertamente, pero a la vez está en disposición de oír la voz del ángel. Parece desprenderse de la escena lo que el Cantar de los Cantares había proclamado: Yo dormía, pero mi corazón estaba vigilante (Cant 5,2). Reposan los sentidos exteriores, pero el fondo del alma se puede franquear. Es una figura del hombre que, desde lo profundo de sí mismo, puede oír lo que resuene en su interior o se le diga desde arriba; del hombre cuyo corazón está lo suficientemente abierto como para recibir lo que el Dios vivo y su ángel le comuniquen. En esa profundidad el alma de cualquier hombre se puede encontrar con Dios. Desde ella Dios nos habla a cada uno y se nos muestra cercano.
Ese José que duerme, pero que al mismo tiempo se halla presto para oír lo que resuene por dentro y desde lo alto, es el hombre en el que se unen el íntimo recogimiento y la prontitud. José, cuya vida es una tienda abierta nos invita a retirarnos un poco del bullicio de los sentidos; a que recuperemos también nosotros el recogimiento; a que sepamos dirigir la mirada hacia el interior y hacia lo alto, para que Dios pueda tocarnos el alma y comunicarle su palabra. El Adviento es un tiempo especialmente adecuado para que nos apartemos de los apremios cotidianos, y dirijamos nuevamente nuestros pasos por los caminos del interior.
Joseph Ratzinger
Dios viene sin ruido en pos de la salvación del hombre.
San Cirilo de Jerusalén.
La Virgen no es una persona dubitativa, no es débil. Es un ser del que emanan inmensas energías espirituales; y las expresiones que nacen de sus labios femeninos, tan dulces, tan cándidas, son expresiones de una fuerza formidable. «¡Oh, Señora!, danos la fuerza, danos la virtud, danos tú lo que nos falta». Y María, que no es un ser extraño y lejano de nosotros, sino que es nuestra madre, dará a quien la invoca esta fuerza y esta pureza.
G. B. Montini
José duerme porque se halla preparado para dejarse conducir, aunque la dirección no sea la que él quiere. Se siente incorporado a la aventura de Dios entre los hombres.
Joseph Ratzinger
María «avanzó en la peregrinación de la fe».
Lumen Gentium
A partir del momento en que José sabe el Misterio, su existencia será la del que está siempre en camino, en un constante peregrinar. José es como una prefiguración de la existencia del cristiano.
Joseph Ratzinger