Plegaria Eucarística: La bendición de los frutos de la tierra
Por Cristo, nuestro Señor, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.
En los primeros siglos cristianos y en algunos lugares hasta el siglo XVIII se bendecían en este lugar los frutos de la tierra. Se deseaba bendecir los dones terrenos, lo más cerca posible de la consagración del pan y del vino, de modo que la Eucaristía irradiara sobre ellos la más alta fuerza santificadora.
La encarnación de Cristo en el seno de María fue la primera gran bendición de la creación. Esta bendición se renueva de manera semejante (sin duda no igual) en la consagración del pan y de vino y se prolonga por la bendición de la Iglesia sobre todos los dones creados, salidos de las manos de Dios. Esta bendición nos conduce y prepara para la gran doxología final.