Haz brillar para nosotros la luz de tu rostro, Señor. Salmo 79.
PREPARAR LA NAVIDAD DE LA MANO DE LOS SALMOS
Haz brillar para nosotros la luz de tu rostro, Señor
(Salmo 79)
Textos citados en la charla.
“Pastor de Israel, escucha” (salmo 79)
“El Dios que ha sido mi pastor desde que existo hasta el día de hoy” (Gn 48,15).
Ezequiel 34
“¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la lana, habéis sacrificado las ovejas más pingües, no habéis apacentado el rebaño. No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada, ni buscado a la perdida, sino que las habéis dominado con violencia y dureza. Y ellas se han dispersado por falta de pastor…Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar. Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma. Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño que yo apaciento y yo soy vuestro Dios”.
¡Oh, Dios, despierta tu poder y ven a salvarnos! (salmo 79)
“Regocíjese el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! Alégrense y estallen en cantos de júbilo porque van a tener la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: ¡sean fuertes, no teman; ahí está su Dios! Él mismo viene a salvarlos. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos, el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramos se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales” (Is 35,1-7).
Lc 5,17-26:
“La fuerza del Señor le daba poder para sanar. Y dice al paralítico: tus pecados te son perdonados. Para que sepan que el Hijo del Hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, a ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”.
“El Señor es un Dios eterno, él crea los confines de la tierra, no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable. Él fortalece al que está fatigado y al que no tiene fuerza, la energía le acrecienta. Los jóvenes se fatigan y se agotan. Pero los que esperan en el Señor, renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas, corren y no se agotan y no se fatigan” (Is 40, 28-31).
“¡Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve!” (salmo 79).
“Yo, el Señor, soy tu Dios, el que te sostengo de la mano derecha y te digo: no temas, yo vengo en tu ayuda. Haré brotar ríos en las cumbres desiertas y manantiales en medio de los valles; convertiré el desierto en estanques, la tierra árida en vertientes de agua. Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos silvestres” (Isaías 41).
“Oye tierra, escucha tierra, que habla el Señor: hijos crié y saqué adelante y ellos se rebelaron contra mi. Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne… Sus manos están llenas de sangre. ¡Lávense, purifíquense, aparten el mal de mi vista, dejen de hacer el mal y aprendan a hacer el bien. Vengan y discutamos – dice el Señor – Aunque tus pecados sean como la grana, quedarán blancos como la nieve; y aunque fueran rojos como el carmesí, quedarán blancos como la lana” (Isaías 1).
“Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro; no me deseches, no me abandones. Enséñame tu camino. El Señor es mi luz y mi salvación” (salmo 26).
“El Señor te bendiga y te guarde, ilumine su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz” (Num 6).
“¿Quién nos hará ver la dicha si la luz de tu rostro se aparta de nosotros, Señor?”.
“Dios de los ejércitos, vuélvete; mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la que tu mano plantó e hizo vigorosa” (salmo 79).
Jn 15:
“Sin mí nada podéis hacer. Separados de mi, no pueden hacer nada”.
“No nos alejaremos de ti, danos vida para que invoquemos tu nombre”(salmo 79).
“Voy a cantar a mi amigo la canción de su amor por su viña. Mi amigo tenía una viña en una tierra fértil. La cavó, sacó las piedras, la plantó de cepa exquisita. Edificó una torre en medio de ella y además excavó en ella un lagar. Y esperó que diese uvas pero dio frutos agrios. ¿Qué más puedo hacer yo por mi viña que no se lo haya hecho ya? Yo esperaba que diese uvas ¿por qué ha dado frutos agrios?” (Isaías 5).
Jn 15:
“El Padre poda la viña para que de más todavía”. Si alguno no permanece en mi se seca. Si permanecéis en mi y mis palabras permanecen en ustedes darán muchos frutos. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y esa alegría sea plena”. Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida. Lo que les mando es que se amen los unos a los otros”.
San Juan Pablo II:
“Para que el rostro del Señor brille nuevamente, es necesario que Israel se convierta, con la fidelidad y la oración, volviendo a Dios salvador. Por eso dice: No nos alejaremos de ti. Este salmo 79 es un canto marcado fuertemente por el sufrimiento, pero también por una confianza inquebrantable. Dios siempre está dispuesto a “volver” hacia su pueblo, pero es necesario que también su pueblo “vuelva” a él con la fidelidad”.