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La oración de Jesús en la Última Cena: “Padre, ha llegado la Hora”.

Jueves Santo

Textos comentados en la Charla:

La oración de Jesús en la Última Cena: “Padre, ha llegado la Hora”.

Mi alma ahora está turbada, y ¿qué diré, Padre líbrame de esta hora? 

Si para eso he llegado a esta hora. ¡Padre glorifica tu nombre!  Jn 12,27

Sabiendo Jesús que había llegado su hora. Jn 13,1 

Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: Padre, ha llegado la hora. Jn 17,1

Nadie recibe la vida de sí mismo ni sólo para sí mismo. La recibimos de otro, en la relación con otro. Si es una relación en la verdad y en el amor, un dar y recibir, entonces da plenitud a la vida, la hace bella. Precisamente por esto, la destrucción de la relación que causa la muerte puede ser particularmente dolorosa, puede cuestionar la vida misma. Sólo la relación con Aquel que es en sí mismo la Vida, puede sostener también mi vida más allá de las aguas de la muerte y puede conducirme vivo a través de ellas. Benedicto XVI

La hora como entrega

Nadie me quita la vida sino que la doy por mi mismo. Jn 10,18.    

La hora como glorificación

Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Jn 13, 31.

Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese. Jn 17, 5. 

La oración de Jesús en su hora

He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra Jn 17, 6. 

Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me consagro a mí mismo, para que también ellos sean consagrados en la verdad Jn 17, 16-19. 

La oración sacerdotal de Jesús extiende la mirada hasta el fin de los tiempos. Esto en primer lugar nos enseña la apertura de Jesús, cómo en el momento supremo es capaz de mirar a lo demás y no solo a quienes tiene cerca, también a los que vendrán, y allí estamos especialmente nosotros. En esta oración Jesús se dirige al Padre para interceder en favor de todos aquellos que serán conducidos a la fe mediante la misión inaugurada por los apóstoles y continuada en la historia: No sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos Jn 17, 20. Benedicto XVI

Jesús ha cumplido toda la obra del Padre, y su oración, al igual que su sacrificio, se extiende hasta la consumación de los siglos. La oración de la “Hora de Jesús” llena los últimos tiempos y los lleva a su consumación» Catecismo de la Iglesia Católica.

La petición central de la oración sacerdotal es la petición de la futura unidad de cuantos creerán en él. Esa unidad no es producto del mundo, sino que proviene exclusivamente de la unidad divina y llega a nosotros del Padre mediante el Hijo y en el Espíritu Santo. Jesús invoca un don que proviene del cielo, y que tiene su efecto —real y perceptible— en la tierra. Jesús ora para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado (Jn 17, 21). Benedicto XVI

La oración sacerdotal de Jesús nos enseña a rezar, nos ayuda a entrar como él, de forma más plena, en el proyecto más profundo que Dios tiene para cada uno de nosotros; pidámosle que nos «consagre» a él, para poder amar cada vez más a los demás, a los cercanos y a los lejanos; pidámosle que seamos siempre capaces de abrir nuestra oración a las dimensiones del mundo, sin limitarla a la petición de ayuda para nuestros problemas, sino recordando ante el Señor a nuestro prójimo, comprendiendo la belleza de interceder por los demás; pidámosle el don de la unidad visible entre todos los creyentes en Cristo. Así nuestra vida será verdaderamente fecunda. Benedicto XVI

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