Pesebres

Entre los productos más interesantes y emotivos que proponemos para esta Navidad, hay una atractiva variedad de pesebres, que están disponibles tanto en el local del monasterio, como en el del Pasaje Libertad.

Particularmente atrayentes son los hechos en piedra por las monjas…

¿Por qué las monjas hacen pesebres en piedra?

En la Biblia, la piedra hace referencia a la presencia segura e inmutable de Dios. Sí, la piedra por su solidez y resistencia es signo de la fuerza y de la fidelidad de Dios. Por eso para dirigirse a Dios los salmos cantan:

– “Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, mi roca, mi alcázar, mi libertador; Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.” (Sal 17,2-3)

– “Señor, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte.” (Sal 30,3-4)

Por eso, estos pesebres hechos en piedra, que hoy te presentamos quieren simbolizar al Dios Fiel e Inmutable que un día se hizo hombre y quiso “permanecer con nosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).

Y además... ¿otros pesebres?

Ciertamente, hay además otros pesebres. Se trata de creativas artesanías realizadas en diferentes técnicas y materiales: madera, cerámica, hilo, chala, caña, arcilla y otros. Sus diseños responden también al estilo de las diversas culturas – indígena, latinoamericana, tradicionales de Europa Occidental, de Oriente y otras regiones del mundo – que celebran la navidad representando así la belleza del Misterio del Dios hecho hombre por nosotros.

Más de veinte siglos de celebración hacen de estas simples figuras humanas y de animales un símbolo insustituible de la Navidad, permitiendo que los corazones de los niños y de los adultos se sigan sorprendiendo frente al misterio del amor infinito de Dios por toda la humanidad.

El pesebre es un signo característico del tiempo navideño que nos ayuda a contemplar el amor de Dios,que se reveló en la pobreza y en la sencillez de la cueva de Belén. Cuenta la tradición que San Francisco de Asís quedó tan prendado de aquel misterio que quiso reproducirlo en Greccio con un Pesebre viviente en la Nochebuena de 1223, iniciando así una larga tradición popular que aún hoy conserva todo su valor.

Aunque se dice que éste fue el primero de la historia, en las catacumbas de la Basílica de San Sebastián, en Roma, se descubrieron vestigios de un pesebre del
siglo IV.

“Antes de que me invoquéis os diré: Aquí estoy.” (RB Pról. 18)