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La Comunión

En los primeros siglos de la Iglesia, la comunión se recibía de pie, tanto en Oriente como en Occidente. Desde el siglo XI, se fue difundiendo en Occidente la costumbre de comulgar de rodillas como signo de adoración al Señor y para facilitar al ministro la colocación de la hostia en la boca del que comulgaba. A partir del Concilio Vaticano II, se volvió a la comunión de pie. ¿Por qué? La comunión de pie es un signo de nuestra confesión en la resurrección de Jesús, presente en la Eucaristía. Resurrección (en griego: anástasis) significa etimológicamente “estar de pie”, símbolo de vida, de dinamismo, de prontitud para configurarnos con Cristo. También es signo de veneración: nos ponemos de pie ante las personas que queremos manifestarles respeto. Desde el punto de vista práctico: facilita la procesión. La comunión puede recibirse tanto en la mano como en la boca, de acuerdo a la autorización del obispo del lugar. En la antigüedad los fieles recibían la comunión en la mano. San Cirilo de Jerusalén decía en el siglo IV: “Cuando te acerques, no te acerques con las manos extendidas, ni con los dedos separados, sino haciendo a la mano izquierda trono para la derecha, como si fueras a recibir un rey”.

El sacerdote dice: Cuerpo de Cristo. Sangre de Cristo. Y nosotros respondemos: Amén. Nuestra respuesta expresa nuestra fe, estamos diciendo que consentimos, que aceptamos las consecuencias: devenir nosotros mismos cuerpo de Cristo, sangre de Cristo. San Agustín decía: “Si quieres comprender el misterio del cuerpo de Cristo, escucha al apóstol que dice a los fieles: ‘Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno en particular miembros de ese cuerpo’ (1 Cor 12,27). Si ustedes son el cuerpo y los miembros de Cristo, sobre el altar es colocado el misterio de ustedes: reciban su propio misterio”.

Lo más importante es la sorprendente realidad de la comunión. Jamás podremos terminar de adorar y maravillarnos de un misterio tan grande, que sólo tiene como respuesta: el amor de Dios. Sólo el amor de Dios pudo idear la Encarnación, la Pasión, la Resurrección, la Eucaristía.

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