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Audiencia General sobre las vacaciones 3

La conciencia moral

Por Pablo VI

 

La idea que queremos exponeros esta mañana nos ha sido sugerida por la característica fase anual de las vacaciones: debemos dedicar estos días no sólo a la rehabilitación de las fuerzas físicas y de las energías síquicas, sino también, como hemos dicho otras veces, a las energías espirituales: ¿no forman éstas una parte —y muy importante— de nuestra realidad humana?

Ahora bien; en ese empeño de recuperación espiritual, la primera actitud que nos parece digna de atención es la que definiríamos como una reactivación de la conciencia, es decir, de aquel acto, reflejo y personal, por el que nos sentimos presentes en nosotros mismos. Obviamente, la que nos interesa ahora no es tanto la conciencia sicológica, que forma la riqueza interior de los hombres de pensamiento y que puede tener cien manifestaciones diversas, estupendas muchas de ellas. Lo que nos interesa en este momento es dar a nuestra conciencia su más alta y característica expresión, la que llamaríamos “conciencia moral”.

Queridísimos hijos: Es precisamente ese juicio sobre nosotros mismos, en orden a nuestra más alta e indispensable relación, la que nos liga a Dios, lo que debería ocupar espiritualmente los momentos privilegiados de este tiempo de descanso y de actividad espiritual.

Nuestro deseo es que la pausa veraniega en vuestras habituales ocupaciones pueda servir para un saludable empeño de clarificación interior, que permita el gozoso reconocimiento de uno mismo y, sobre todo, ese íntimo y maravilloso diálogo que cada uno de nosotros puede establecer, en el santuario de la propia conciencia moral, con el Dios justo y misericordioso.

 

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